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Gustavo Almela: "La vida no se acaba en una silla de ruedas"

Gustavo Almela solo tenía 21 años cuando se quedó tetrapléjico. En 1989 un salto fatal mientras esquiaba le luxó el cuello y le causó una lesión medular que le dejó en silla de ruedas. Su impactante e inspirador testimonio ha hecho reflexionar a la comunidad universitaria en el primer Foro Antón Martín del curso 21/22.

"Tuve seis accidentes de moto, un accidente deportivo gravísimo y dos siniestros con el coche. No los tuve por mala suerte, los tuve porque era imprudente. Bebía alcohol y conducía, hacía locuras y no tenía percepción del riesgo", ha explicado. Con su historia, Gustavo Almela ha tratado de concienciar a los y las estudiantes y les ha dado consejos prácticos de prevención.

Casi un centenar de alumnos y alumnas han sido testigos de la historia de superación del invitado. "Esto no es una penitencia, es una circunstancia a la que me he tenido que adaptar. La vida no se acaba en una silla de ruedas", confesaba. Ante esta situación que le cambió la vida, Gustavo Almela decidió tener una actitud positiva. "Nunca podemos cambiar las circunstancias de los hechos que nos han tocado vivir, pero siempre podremos elegir la actitud", ha asegurado.

"La vida sigue siendo maravillosa estando en silla de ruedas. La vida sigue siendo un regalo, aunque no venga envuelto en un papel muy bonito"

Para intentar convencer a los y las estudiantes de la importancia de medir el riesgo y ser prudentes, Gustavo Almela ha hecho reflexionar sobre el intenso sufrimiento que se causa a los seres queridos en circunstancias tan duras como la suya: "Si hubiera sido terrible morirme con 21 años y perderme toda una vida, no quiero imaginar cómo hubiera sido la vida de mis padres y amigos. El sufrimiento que causas a tu alrededor es más fuerte que el que sufres tú mismo".

Durante la charla también ha destacado el importante papel que el personal sanitario ha tenido a lo largo de su vida. "Los paramédicos que me cogieron en la pista de nieve, los cirujanos que me salvaron la vida, los fisioterapeutas que me devolvieron la movilidad, el personal de enfermería con los que compartí las 24 horas durante todo un año, ellos son mis verdaderos héroes", ha confesado.